por T. Austin-Sparks
Capítulo 1 - Viviendo "Delante del Señor" y “Para el Señor"
"Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres. Y Elí dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo. Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová" (1 Sam. 2:18,26; 3:l,17,19-21).
Esos fragmentos sirven para indicar el crecimiento de Samuel, y encaminarnos hacia la cuestión del incremento, del crecimiento espiritual. Las señales son bastante simples, aunque muy fundamentales.
"DELANTE DEL SEÑOR"
Samuel ministraba delante el Señor, siendo aún un joven. "Delante el Señor". Él creció delante el Señor; esto es de una importancia mayor de lo que puede ser sugerido por el pequeño fragmento de tres palabras. Esto es el primer asunto que debe ser verdadero entre nosotros –que toda nuestra vida no sea vivida delante de los hombres, sino primeramente delante del Señor; que siempre haya eso sobre nosotros, que habla de una vida interior delante del Señor. Cuando estamos solos, encerrados en nuestro cuarto con el Señor, entonces todo es muy puro. Sabemos muy bien que ahí delante de Él no hay ninguna decepción, no hay fingimiento, no hay fantasía. Sabemos muy bien que cuando estamos a solas con el Señor, toda artificialidad es desnudada. Ahí nosotros sabemos que somos vistos por dentro, somos conocidos completamente; en la presencia del Señor no podemos colocar ningún camuflaje, ningún disfraz. Allá somos lo que somos, y sabemos esto, y no hacemos pretensión alguna. Y esto es algo que debe ser traído en nuestras vidas cuando venimos del lugar secreto con el Señor –que todo debe ser de la misma manera como lo es delante de Él, tan transparente, tan claro, tan sincero como lo es en Su presencia; sin fingimiento, sin máscara, sin fantasía, sin falsos caminos. No podemos quedarnos en un pedestal en la presencia del Señor. Cuando estamos con otras personas, podemos vestir muchas cosas para cubrirnos, a fin de que las personas crean en nosotros; podemos ser muy artificiales. Incluso cuando estamos orando en la presencia de otras personas, podemos ser cualquier otra cosa, pero no naturales. Estamos tan conscientes de ellas, y comenzamos a orar por ellas en nuestras oraciones.
No actuamos de la misma manera como cuando estamos a solas con el Señor; no preparamos nada entonces. Quedamos exactamente en la base de aquello que somos, con naturalidad; nosotros no podemos ser diferentes a no ser perfectamente naturales. Aquello que somos cuando estamos en la presencia del Señor, también lo debemos ser cuando estamos delante de las personas, en la vida pública. Es importante, es esencial. Usted ve que cualquier cosa colocada entre las personas, cualquier cosa artificial, absolutamente no es nuestra medida; es una falsa medida, y esto puede estarnos impidiendo crecer en la vida espiritual.
Samuel servía delante el Señor. Podemos aplicar esto en cada esfera y en cada situación de la vida. "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (Col. 3:23). Dios le habló a Abraham, diciéndole: "Anda en mi presencia". Esto puede ser muy sencillo en esos términos; sin embargo, es algo que tiene que ver con trabajar la tierra para el crecimiento espiritual. Personas así proseguirán y crecerán.
El resto de la afirmación sobre Samuel es solamente un énfasis sobre lo que aquello significa "ser un niño". El propio Señor Jesús colocó su dedo sobre eso en una ocasión. Sus discípulos, hombres adultos, estaban conversando sobre grandes cosas, y altas posiciones. Entonces Jesús tomó a un niño y lo colocó en medio de ellos, y dijo: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mt. 18:3). Este es el camino para el crecimiento. Usted está pensando sobre posición, lugar, influencia; usted tiene grandes pensamientos; usted tiene grandes ideas; sin embargo, este es el camino para la verdadera grandeza –un pequeño niño: sin suposiciones, sin pretensiones. Samuel servía delante del Señor, siendo un niño; y entonces, naturalmente usted no se sorprende por el hecho de que él haya crecido.
"PARA EL SEÑOR"
Entonces, el próximo asunto es: "Samuel servía al Señor delante de Elí". Si pudiéramos colocarnos en el lugar de Samuel, podríamos creer que no fue fácil para él aquellos días. Recuérdese que Ofni y Finees, los dos hijos de Elí, estaban allá. Estaba aconteciendo algo muy inicuo y corrupto, pues al final ellos fueron muertos en el juicio de Dios –una situación extremadamente deplorable–. Samuel hubiera podido muy bien haberse hecho un cínico, él hubiera podido haberse hecho un amargado y crítico. Es muy fácil ser crítico en una situación como aquella, quedarse a gusto, y perder mucho interés en lo que estamos haciendo, aunque nosotros mismos no estemos de manera alguna comprometiéndonos con el diablo. Si estuviéremos en esa situación, simplemente haríamos las cosas porque es nuestro trabajo. Las otras personas envueltas en el servicio son corruptas y erradas; sin embargo el servicio tiene que ser hecho, así, absolutamente sin ningún interés; nosotros sólo hacemos el servicio. Sin embargo, parece que Samuel cerró sus ojos a todo aquello, y sólo miraba al Señor; y su actitud era: "Todo a mi alrededor está mal; sin embargo, yo estoy aquí a causa del Señor; no estoy haciendo eso por causa de esas personas, ni sólo para mantener el servicio en marcha; estoy aquí, en medio de todo esto, por causa del Señor". De esta manera su espíritu fue mantenido libre del mal humor, de la amargura y del cinismo. "Para el Señor". Él no ministraba a Elí, ni a Ofni y Finees; y no a un mero procedimiento, a fin de mantener las cosas, sino para el Señor.
Recuérdese que esto es un crecimiento secreto. Todos podemos tener razón para decir: “Hay muchas cosas a mi alrededor con las cuales yo no concuerdo, las cuales yo sé que son contrarias al Señor; y que muchas personas a mi alrededor están erradas y son difíciles, incluso aquellas que son del Señor. Si esas personas me importaran, terminaría por desistir; pero estoy aquí para vivir para el Señor; yo sólo hago eso por causa de Él, y así es que prefiero permanecer”. Este es el camino del crecimiento. Elí representaba la corporificacion de un orden religioso de su época; él ocupaba una posición de autoridad, y en aquel entonces él era reconocido como tal, y Samuel era sumiso. Él no estaba intentando librarse de Elí, ni condenarlo; él no estaba de manera alguna diciendo: “Todo está equivocado, yo no tengo lugar para Elí”. Samuel no andaba por ahí murmurando y esparciendo cosas sobre Elí. Es tan fácil hacer eso; porque usted encuentra algo errado, y usted puede fácilmente convertirse en alguien sin afecto, y hacerse un crítico.
Samuel era sumiso. Más tarde, aun cuando no concordaba con el deseo del pueblo respecto de un rey, Samuel recibió orden del Señor para que ungiera a Saúl, y él obedeció; y después hizo todo lo que pudo para facilitar a Saúl a fin de que hiciera las cosas correctas y cumpliera su misión. Samuel no aceptaba a Saúl, pero él no se atravesaba en su camino; él no esparcía cosas malas sobre Saúl. Samuel dio a Saúl una buena oportunidad. La actitud de Samuel para con Saúl es maravillosa. Él no había aceptado a Saúl, pero él se sometió todo el tiempo necesario; y aquí delante de Eli, con el mismo espíritu, él toma una posición sumisa y ministra al Señor. No es de maravillarse que él haya crecido.
Usted no crecerá si está observando las faltas y las fallas ajenas, y los errores a su alrededor, especialmente en las personas que tienen posiciones superiores, y, si estuviera esparciendo cosas sobre ellas, el Señor le dirá: "La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?" (Mateo 6:22-23). Tenga el cuidado de no tener malos ojos sobre alguien; esto irá a interrumpir su crecimiento. Así, Samuel no notaba lo malo en Elí; él dejaba a Elí en manos del Señor, y él mismo seguía con el Señor.
Guarde esta lección en su corazón. Samuel ministraba al Señor delante de Elí, en sujeción y en paciencia, esperando hasta que el Señor se moviera, a fin de lidiar con aquella situación tan difícil, que debía consumir el corazón de Samuel cada día. Es en nuestro espíritu en donde se necesita la pureza, la simplicidad, la seriedad, la realidad. Es esto lo que significa crecer, y continuar creciendo.
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