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Hombres Cuyos Ojos Han Sisto al Rey

por T. Austin-Sparks

Capítulo 7 - El Trono - Los Seres Vivientes y las Ruedas

Con el primer capítulo de las profecías de Ezequiel abierto delante de nosotros, dejemos notar cuánto más contiene de instructivo y que nos puede ayudar en conexión con los movimientos y las formas de Dios con relación a la gloria. Tal como señalamos en nuestra última meditación, la frase clave, inclusive no solamente del capítulo sino de todo el libro, se encuentra en la segunda mitad del verso 28: “Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro...”

Esto se refiere, como ya se los había dicho, a todo lo que está en este capítulo, pero se relaciona especialmente a la visión del trono en el Cielo, y a “había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él”. Es la gloria del trono del Dios–Hombre exaltado. Y todo el resto procede de allí. Todo lo que esta aquí, y todo lo que vendrá más tarde, hasta el fin de este mismo libro completo, se deriva de la expresión de ese trono, de ese gobierno, del significado de ese Hombre que esta allí, donde Él está.

Haciendo un resumen de la visiones que le vinieron a Ezequiel, cuando él dijo: “y vi visiones de Dios”, dijimos que debajo del trono había un doble símbolo de su expresión; y este medio simbólico son los cuatro seres vivientes, o querubines, y las ruedas. A estos dos les es dada una considerable sección. Tú puedes notar que no sólo son mencionados y pasados de largo, sino que son descritos amplia y minuciosamente. Tienes que detenerte en esto; tienes que dedicarle tu tiempo y atención. El profeta está describiéndonos los mínimos detalles. Es muy difícil de comprender. Yo ciertamente no proclamo entenderlo, pero pienso que veo algunas cosas que están casi en la superficie. Puesto que estas cosas han sido traídas aquí con una clarísima definición, y en una muy completa presentación, desde el mismo principio de todas estas profecías y movimientos y visiones, ellas deben evidentemente ser tomadas en consideración. Ellas deben de tener un lugar, y un lugar muy serio.

LOS QUERUBINES: SÍMBOLOS DE SANTIDAD Y VIDA

Primeramente, entonces, los querubines. No necesitamos describirlos; su descripción está aquí. Necesitamos decir muy poco acerca de su detalladas formas de su hechura; todo lo cual será familiar. Queremos venir bastante simple y directamente a la verdadera función de estos seres vivientes. Desde luego que debemos tener en cuenta que este es un simbolismo oriental. Es una simbólica representación de algo espiritual. La gente en el Oriente que leen estas cosas, estarán mejor familiarizadas con esta forma de expresar la verdad tal vez mucho más que nosotros. Pero Dios ha escogido transmitir Sus grandiosas verdades en esta simbólica e ilustrativa forma, y nosotros tenemos que sobrepasar el simbolismo y la ilustración–si es necesario olvidarse de las formas, olvidarse de las características descritas–, y pasar directamente al corazón del asunto. ¿Cuál es su mensaje? ¿Qué es lo que ellos intentan transmitir?

Desde la reflexión sobre las numerosas apariencias de los querubines en la Biblia, se puede ver que invariablemente, en cada ocasión, ellos están con relación a una sola cosa. Su función es, como siempre, el proclamar por siempre jamás que el trono de Dios es un trono santo; que Su gobierno es un gobierno de santidad. Se notará inmediatamente qué tan vital y apropiado es esto, parados al principio de la historia del juicio contenido en estas profecías. Porque todo lo que le sigue, incluyendo la larga sección de juicios, tanto de Israel como de las naciones, bajo este trono supremo, es con relación a un estado impío, y demandando que aquello sea juzgado y apartado. La gloria espera esto. La gloria por siempre jamás espera santidad; puesto que es un trono de gloria, la cual es la gloria de la santidad. El gobierno de esta santidad es representado aquí en este trono, y el Hombre en él.

Pero esto no es todo. Estos querubines son llamados “seres vivientes”. La idea de vida, de estar vivos, está siempre asociada con ellos. Ellos aparecen una y otra vez en la misma conexión. En este momento es esto, que santidad y vida están combinados. La vida espera en la santidad, la santidad eleva la vida. Usted no puede separar estas dos cosas. Usted no puede tener la vida sin la santidad; usted no puede tener la santidad sin que ésta lo lleve a la vida. Ésta siempre está trabajando así de aquí allá. A más santidad, más vida; a más vida, más santidad. Estos “seres vivientes” son, en representación, los custodios de la santidad divina por causa de la vida divina. Pues las cosas que se encuentran en el balance en todo este libro, son cosas de vida o muerte; aquí es donde la batalla se lleva a cabo. Es una cuestión de vida o muerte por Israel, por las naciones. Pero la cosa decisiva es este asunto de santidad.

LOS QUERUBINES EN EL JARDÍN, EN EL TABERNÁCULO Y EN EL TEMPLO

Ahora, si paseas los ojos de tu mente brevemente sobre algunas de las instancias donde aparecen los querubines, verás que esa es la conexión cada vez. Cuando las cosas fueron mal en el Jardín, cuando el pecado entró, cuando la desobediencia, a través de la soberbia, entró y operó. Cuando el hombre fue expulsado del lugar de vida, donde estaba el “árbol de la vida”, a las puertas, para guardarla, fueron colocados los querubines con espadas de fuego. Su presencia decía: Esta es una vida santa, y aquello que es corrupto, contaminado, viciado, impío, no puede tenerla, no puede tocarla, no puede ni siquiera acercarse a aquella, ha sido expulsado de esto. Los querubines dirían: Nosotros somos los custodios, no solamente de esta vida, sino de la esencial santidad que ésta demanda.

Entonces, figuras de los querubines fueron entretejidas en el velo, en el velo entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, y el hombre que cruzase aquel velo en peligro de su vida –moriría. Ellos fueron inscritos allí otra vez en testimonio del hecho de que ellos eran los guardianes de aquello que es santo, y como tales, cualquier cosa impía perecería si pasare por su camino. Ellos, en el velo, declaraban que las cosas estaban equivocadas con el hombre. Ellos eran un testimonio en contra del errado estado del hombre, y es por esto que él no puede venir a la presencia de la Gloria, y la presencia de la Vida.

LOS QUERUBINES EN LAS VISIONES PROFÉTICAS

Pero entonces recordemos de Isaías. Las características son impresionantes en esta conexión. Isaías dice: “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”, y los serafines (pienso yo que son sólo otro nombre para éstos) fueron oídos diciendo: “¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos!” ¿Por qué era esto? El rey Uzías había forzado su ingreso al templo, para servir ilícitamente en el altar, y tomó el incensario en su mano. El hombre había presionado hacia la presencia del Dios santo, y había tocado las cosas santas. Los sacerdotes le suplicaron, le rogaron: “No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios”. Pero Uzías se mantuvo a sí mismo ahí, y fue herido con lepra, y continuó siendo leproso hasta el día de su muerte. Él murió siendo un hombre manchado y corrompido. Y “en el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor”, y escuché al serafín proclamando: Santo, santo, santo. El trono es el trono de santidad y de vida, pero cuando no hay santidad, significa muerte. La vida está en el terreno de la santidad.

Jerusalén había llegado a estar gravemente herida y terriblemente profanada –leer Jeremías. Es un libro terrible, una revelación terrible de la condición espiritual. En el consiguiente juicio, el pueblo es llevado en cautividad. Y encontramos a Ezequiel ahí, con los cautivos del reino del sur, Judá, por el río Quebar. Esta es una escena de desolación, una escena de muerte. Esta es una escena de Juicio. Ellos están parados en el lugar de Uzías, vejados. El juicio y la muerte se habían venido sobre ellos.

Si tú tienes alguna pregunta acerca de esto, o si quieres enfatizar particularmente esto, solamente tórnate al gran capítulo en estas profecías acerca del “valle de los huesos secos” (Ezequiel 37). Esta es la concepción de Dios de este pueblo en ese tiempo. Un valle de huesos secos; muchos y esparcidos –esta era la condición de Israel cautivo en Babilonia. ¿Va este pueblo a ser salvado de la muerte y del juicio? ¿Cómo va a ser? El Señor dirá que Él va a quitarles el corazón duro, impío y contaminado: “un nuevo corazón Yo les daré”.

En otras palabras, ellos deben ser limpiados de su iniquidad, lavados de su pecados, hechos otra vez el pueblo santo de Dios, y ellos vivirán. Los querubines están muy activos con relación a este asunto. ¡Véalos “al ala”! Ellos se caracterizan por un profundo interés en que este pueblo sea salvado de la muerte por el ser liberados de la carga de corrupción.

LOS QUERUBINES EN EL APOCALIPSIS

Ahora llegamos al libro del Apocalipsis –los maravillosos capítulos cuarto y quinto. Aquí los cielos están abiertos otra vez (4:1). ¿Qué fue lo que Juan vio? Aquí están los veinticuatro ancianos, y los cuatro “seres vivientes”, y millares de ángeles, delante del trono de Dios y del Cordero; aquí ellos están alrededor del trono, cantando su cántico de redención. Pero los cuatro “seres vivientes” están allí; no están ahora febrilmente desconsolados, apurados de aquí allí, preocupados con este asunto de obtener un pueblo salvo y recto –han bajado sus alas, y están uniéndose a la adoración. ¡La obra ha sido hecha! Su trabajo ha sido terminado, y ahora ellos pueden adorar y participar en las alabanzas con todos los redimidos. Es así como termina: es la figura de gloria y vida por medio de la santidad.

Este es un mensaje no sólo para los días de Ezequiel. Este es un mensaje perdurable, la verdad y el principio que se extiende desde el comienzo hasta el fin del tiempo. Ese trono, si lo queremos de nuestro lado, demanda que algo sea hecho para limpiarnos de la mancha del pecado, para liberarnos de nuestros caminos malvados, para traernos a las “vestiduras blancas” de Su justicia divina, santificados. Esto es para aquellos que están caminando con Él en comunión, y quienes, hasta donde ellos lo saben, están evitando todo camino malvado, están repudiando toda iniquidad, no están teniendo trato con la iniquidad, no se están comprometiendo, no están de ninguna manera tolerando o entrometiéndose en lo que es malvado, lo que está errado.

Yo sé que todo este asunto de la santidad puede convertirse en muy opresivo. Se puede convertir en un asunto legalista y traernos a la esclavitud. Pero el hecho permanece en que el trono del Señor es un trono de santidad; Su gobierno es un gobierno de santidad; Su vida es una vida santa. Nosotros sabemos muy bien, en experiencia práctica, que si lo hacemos voluntariamente, o incluso involuntariamente, tocamos algo que es malvado o impío, si tocamos este mundo en el espíritu, ¡la gloria se desvanece!

Nosotros mismos sabemos dentro nuestro que si tan sólo decimos algo que es inicuo, la gloria se desvanece. Lo sabemos porque la gloria se desvanece en nuestros corazones. Una sombra, una nube, viene sobre nuestro espíritu, y se queda allí hasta que vayamos y seamos limpiados en la presencia del Señor.

LAS RUEDAS

Pasemos ahora al otro lado de este medio simbólico del trono, a las “ruedas”. Usted puede darse cuenta que éstas están definitivamente en unión con los “seres vivientes”, con los querubines –ellos se mueven juntos. Ellos son solamente dos aspectos de una sola cosa, pero las ruedas contienen su propio énfasis y mensaje particular. ¿Qué es lo que ellas significan? ¿Cuál es la impresión que le ha dejado a usted después de haber leído los versículos 15-21? ¿Si usted tan sólo se sienta después de leer, ¿cómo se siente? Algunas veces es una cosa buena ponerse a sí mismo en la Palabra, tomar su pulso, tomar su atmósfera. Yo me aventuro a sugerir que si usted lee estos versículos en esa manera y se sienta, usted suspirará: ¡Ellos se están moviendo por la Palabra!

¡Aquí hay algo que se está haciendo! Por lo menos usted no se quedará con una tranquila o pasiva sensación. Nosotros tenemos la sensación de una tremenda energía, de movimiento con propósito. Esta es la atmósfera de las “ruedas”.

Las ruedas simbolizan funcionamiento, movimiento, partida; y aquí el “espíritu de los seres vivientes” está en las “ruedas”. La energía del Espíritu esta aquí. Esto es energía y movimiento con propósito. ¿No es esto de lo que hablan? Ellos nos dicen simple y claramente que este trono es muy enérgico y activo con relación al fin que Dios está buscando. Todas las energías y actividades contenidas en estas profecías son la expresión de aquel trono, y son, como lo fueron, los portadores del significado de las ruedas. El trono está en movimiento. El trono no es pasivo. El trono está gobernado por una tremenda energía. Dios está profunda y grandemente interesado acerca de este gran objetivo Suyo: tenerlo todo glorioso, lleno de Su gloria, para Su gloria.

EL SUFRIMIENTO CON LA GLORIA DE DIOS EN LA MIRA

No es una cosa liviana para con el Señor, el tener aquel objetivo. Si nosotros lo hiciéramos y supiéramos, si pudiéramos verlo y comprenderlo, nosotros deberíamos reconocer que muchas cosas en nuestras vidas que el Señor permite que pasen, y que el Señor algunas veces inclusive las manda en nuestras vidas, son los trabajos de Su energía para abrir el camino para Su gloria. El apóstol Juan nos dice que todo el Evangelio que el escribió, fue escrito con un objetivo, el cual fue la gloria de Nuestro Señor Jesús, que gobierna todo, todo el camino, desde el principio hasta el fin; esto es eso.

Tome un fragmento solamente –Lázaro. “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios” (Juan 11:4). Extraño evento de providencia; extraños caminos de Dios causando profundo pesar, aflicción, perplejidad. Es una gran aflicción para todos aquellos a quienes concierne, pero deliberada en la parte del Señor Jesús. Su actitud y Su manejo, Su estadía cuando Él recibe la noticia (v.6), fueron bien deliberadas. Él lo tiene todo bajo su mano, y Él dice: “Sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. El objetivo de esta cosa extraña, esta cosa dolorosa en la vida humana, ¡es la gloria de Dios! ¡Así que usted y yo podremos siempre ver nuestros sufrimientos y nuestras tristezas de esta forma! Cada vez que vienen a nuestras vidas alguna perplejidad, algo desconcertante, cosas que parten el corazón, si solamente pudiéramos decir y creer y mantenernos en esto –“¡Dios va a ser glorificado por esto!” ¡Hay alguna gloria en alguna parte ligada en algún lugar con esto! Él está trabajando para Sus fines en todas las cosas. Pablo dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28) –y por esa palabra “bien”, él quiere decir gloria –gloria a Dios. Vemos, entonces, que hay allí una energía de Dios, del trono, para la gloria, y la gloria por medio de la santidad.

LA PERFECTA INTELIGENCIA DEL TRONO

Otro rasgo de las ruedas era que estaban “llenas de ojos alrededor” (1:18; 10:12). Ciertamente esto significa que el trono está operando con perfecta inteligencia, con completo conocimiento de todo; absoluta percepción y dominio de todos los elementos, de todos los rasgos, de todas las cosas que se tienen que tratar. Perfecta visión; perfecto conocimiento: es así como opera el trono de santidad.

Este es un mensaje solemne, como también de estímulo. El hecho es que Aquel que está en el trono, cuyos “ojos como llama de fuego” (Apocalipsis1:14), ve a través de todo, conoce de todos los motivos ocultos y actúa en conformidad. No es lo que nosotros estamos viendo, no es lo que estamos queriendo ver, sino lo que Él ve. Los ojos de Su gloria nos ven hasta adentro. Ellos conocen todas nuestras propias decepciones y todos nuestros engaños de uno para con el otro. Ellos nos conocen perfectamente, y el Señor actúa con nosotros de acuerdo con ese conocimiento, y nosotros no nos vamos a salir con la nuestra. Si el Señor decide tratar con nosotros en una forma de juicio, si es que Él realmente toma acción con respecto a nosotros, es por que Él ha visto o está viendo algo. Algo que nos injuria; algo que nos está limitando u ocultando la gloria en nosotros, individual o personalmente o en nuestras compañías. Él ha visto algo que está en contra de la gloria, y así con energía Él lo toma en Sus manos y lo juzgará. Él irá a grandes distancias con tal de que aquello sea eliminado y puesto correctamente, para que la gloria pueda venir y haga camino para una nueva vida y para que podamos continuar de nuevo en una fase fresca dentro de Su propósito.

Quizá no quisiéramos tenerlo de otra manera. No deseamos ser engañados. No queremos perder algo por causa de alguna cosa errónea no reconocida. Queremos tener todo abierto. El objetivo de la Biblia ve una ciudad que es absolutamente transparente. Dios está realmente buscando transparencia en Su pueblo –no duplici- dad, no engaño, nada cuestionable. ¡Cómo necesitamos juzgar nuestros motivos! ¡Cómo necesitamos guardarnos en la presencia de las llamas eternas (Isa. 33:14b)! Cuán necesario es habitar a la luz de Su rostro, de modo que a nada le sea permitido avanzar en nosotros, tal vez inconscientemente, que esté limitando Su gloria en nuestra vida. Este es un mensaje de muy grande interés.

Oremos por todos los medios por una “cosa nueva”; oremos por un avivamiento, oremos para que Dios se mueva con poder en gran manera. Pero recuerde, que todos Sus movimientos están basados en esto –la santidad que corresponde a Su trono. Él no puede hacer algo hasta que aquella santidad haya sido vindicada en Su pueblo. ¿No explica esto muchas oraciones sin respuesta? “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18). Es un principio muy grande, que abarca bastante. Que el Señor nos dé entendimiento, en presencia de lo que pudiera ser una palabra muy solemne. Y desde luego tiene la gloria en la mira. El Señor nos dé entendimiento de que las energías de Su trono son energías santas. Sus idas, Sus continuas idas, están en esta misma conexión, que lo que es consistente con el Hombre en la gloria, debe ser hallado en nosotros, y entre el pueblo del Señor.

EL TRONO ÍNTIMAMENTE INTERESADO EN ESTE MUNDO

Finalmente, note que estas ruedas ocupan un lugar entre el cielo y la tierra. No son enteramente de la tierra –ellas no permanecen atadas a la tierra, sostenidas por un “toque terrenal”; hay una clase de suspenso; ellas tocan la tierra, pero no son de ella. Ellas están ligadas en su energía con relación al Cielo, pero también con relación a la tierra, como la incorporación de las energías divinas. Lo que esto nos dice entre otras cosas es que: Los intereses y las actividades de Dios y el trono de Dios no están remotos de las cosas de aquí sobre esta tierra. Él no está solamente reinando en Su trono en un remoto aislamiento, en alguna parte allá lejos en indefinidos cielos. Sus energías se relacionan con las cosas aquí. Sus poderosos intereses están cerca, son inminentes. Ellos están interesados con este mundo, con esta tierra, y todo lo que está sobre ella.. Él quiere que esta tierra, y todo lo que se encuentra en ella, sea santo. En la visión de Isaías está allí aquella frase: “toda la tierra está llena de su gloria” (Isa. 6:3). Este es el concepto. Esto es lo que el Señor desea. Él está trabajando para esto. Y nosotros sabemos, por la descripción del final, que así es como va a ser cuando “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14). ¡Santidad por doquier!

El hecho es que Dios está íntima, estrecha e inteligentemente asociado con el estado de cosas aquí, tanto en la Iglesia como en las iglesias. Él está consciente de todo lo que nosotros no vemos o no nos damos cuenta. Sus ojos lo ven y Él se mantiene activo con relación a este estado, para tenerlo santo, y para poder traer de nuevo la gloria.

El trono no está muy lejos, después de todo. Está aquí, en representación. Si la primera sección (capítulos 1-3) del libro del Apocalipsis significa algo por lo menos, significa que este Dios–Hombre, este Hombre de la gloria, está aquí. Él es inminente, moviéndose entre los candeleros. Él trono está plenamente consciente de todo. No está ciego. Jamás es engañado por absolutamente nada. El trono está activo y su actividad puede ser hallada en muchas, si no en todas las experiencias a las cuales hemos llegado. El trono está determinado a tener una meta, en todas partes, en todas las cosas, y esa es la GLORIA.

Este maravilloso simbolismo de los “seres vivientes” y de las “ruedas”, no es sino una declaración de esta actividad del trono. Aquel trono no ha claudicado porque las cosas estén tan mal; todavía continúa persiguiendo su objetivo, el tener un estado que pueda ser llenado con la gloria. Que el Señor nos interprete esto, y lo escriba profundamente en nuestros corazones, y lo guarde cada día en nuestras conciencias. Este mensaje se intenta “no es para muerte, sino para la gloria de Dios”.

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