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Notas del Libro de Rut

por T. Austin-Sparks

Capítulo Dos


“…y regresó de los campos de Moab” (Rut 1:6).

¿Por qué? Porque ellas habían oído buenas noticias de la resurrección, las creyeron y actuaron en consecuencia. Ellas no dijeron: “Oh, no. Eso es una hablada, no creemos que sea cierto. Es sólo un rumor”. No, ellas creyeron la noticia: ¡Hay resurrección! Pusieron su fe en acción; salieron, se fueron en esa dirección, la abrazaron por fe y encontraron que era cierto.

Somos llamados muchas veces en la vida, a creer en el Dios que resucita a los muertos, a poseer esa resurrección por fe y a comprometernos con ella con actos concretos, para probar nuestra fe por medio de nuestras obras. Sobre este terreno heredamos los frutos de Su resurrección; la maldición es eliminada. Moab estaba bajo maldición, permanecía bajo maldición. Era una tierra y un pueblo maldito, pero ellas dejaron esa tierra de maldición por causa de la resurrección.

¿Ve la doctrina del Nuevo Testamento en esto? Sí, la maldición está sobre toda esta creación tal como es. Este mundo sigue bajo maldición. Pero debido a que Jesús fue hecho maldición por nosotros, sufrió el juicio y resucitó por nosotros como la justificación, es que nosotros podemos dejar la tierra de Moab, el lugar de la maldición, y entrar en los frutos de Su resurrección. ¡Cuán ricas eran ellas!

Tenga cuidado de no regresar a la tierra de Moab, al tocar con su espíritu el ámbito que todavía está bajo maldición. ¡Porque este mundo permanece bajo maldición! Tenga cuidado de un toque voluntario en el espíritu, con lo que está bajo juicio. Ya que significa que usted se priva de nuevo de la vida espiritual, de fruto, de gozo y de paz. Tenga cuidado de un toque de la tierra. Note, entonces, que la acción de Dios en la resurrección es hacer que Su lugar sea lo que debe ser. Verá, es Belén y Belén significa “casa de pan”. Que una hambruna cubra Belén es algo completamente contrario a su mismo nombre.

Otro aspecto se despliega y corre a través de este libro, se puede ver en varias porciones.

Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz” (Rut 2:1).

Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos” (Rut 2:20).

Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano” (Rut 3:9).

Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo” (Rut 3:12).

Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó. Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron. Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec. Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré. Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión. Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir” (Rut 4:1-6).

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).

Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios…redención” (1Corintios 1:30).

Que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efesios 1:14).

Este maravilloso libro abarca dentro del pequeño alcance de sus pocas páginas, la totalidad de los principios y propiedades del plan de redención de Dios. Como hemos visto, el libro tiene muchas cosas de verdadero valor para nuestras vidas cristianas en curso aquí en la tierra, y también aspectos mayores de la gran doctrina de la salvación. Los veremos de nuevo más tarde, pero ahora vamos a ver “…mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).

Rut nos presenta vívida, clara y fuertemente nuestro propio estado perdido. Tome su nacimiento. ¡Qué desesperanzador inicio representado en su nacimiento! Usted tal vez conozca el origen de Moab. Moab era producto del incesto entre Lot y una de sus hijas. ¡Este no fue un comienzo muy propicio y prometedor! Más tarde tenemos registrada en Deuteronomio 23:3 la maldición pronunciada sobre Moab colectivamente, como nación: “No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová…no entrarán en la congregación de Jehová para siempre”. Esto representa una situación muy desesperada en la cual nacer; sin Dios y sin esperanza en este mundo.

Luego, como resultado de las trágicas condiciones que encontramos en el libro de Jueces, por el abandono de Elimelec, su esposa y dos hijos de la tierra del pacto y toda la secuencia de problemas y desastres que sobrevinieron sobre ellos en Moab, Rut quedó sin ayuda y protección por la muerte de su suegro y de su esposo. ¡Una herencia de muerte! Esto describe en cada detalle nuestro estado por naturaleza; nacidos en pecado, formados en iniquidad. Hay una maldición descansando sobre el mundo en el que nacemos, sobre cada linaje al que pertenecemos por naturaleza. En verdad que esta frase del Nuevo Testamento aplica: “Sin Dios y sin esperanza en el mundo”. Este es el estado del pecador y es el estado de cada uno de nosotros por naturaleza. Pablo lo dice: “muertos en delitos y pecados”. ¡Muertos! Este es el trasfondo muy claramente establecido en este libro. Ninguna pérdida y desesperanza humana conduce a la redención que es en Cristo Jesús.

Vimos que las buenas noticias llegaron a Moab. ¡Hay resurrección, hay cosecha de cebada! La resurrección había llegado y las noticias llegaron hasta estas desoladas almas. Entonces ellas dejaron Moab, dejaron el lugar de desolación, de maldición y de juicio; dejaron el lugar de total desesperanza y se fueron a Belén, al lugar de resurrección. La gloriosa obra de la redención se lleva a cabo a través de la resurrección. ¡Redención a través de la resurrección! ¡Este es el evangelio! “…nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” (1 Pedro 1:3). ¡En la realidad de Su resurrección, plena redención!

Puede que esto no nos mueva, es demasiado obvio, porque estamos muy familiarizados con ello. Decimos que ya lo sabemos todo, pero ¿lo sabemos? ¡Dios tenga misericordia de nosotros si esto alguna vez pierde su encanto y frescura!

Pero no sólo en la realidad de la resurrección había redención, sino en la realidad de la unión con el Redentor. Este es un paso adicional. Unión de resurrección con el pariente redentor. Este es el siguiente estado. Recordémonos a nosotros mismos que este es el corazón y la suma del evangelio. Nosotros partimos el evangelio en pedazos y hablamos del perdón, de la expiación, de la justificación y así sucesivamente. Pero todo esto es parte de una sola cosa. La suma y centro de la redención, de la salvación… es una unión vital con el Redentor. La redención no es una cosa, una doctrina, una verdad, la redención es una relación con una Persona viva.

Esto llena la redención de posibilidades y oportunidades. Puede que Rut haya sido salvada de su condición deplorable, puede que haya entrado en la tierra y puede que haya llegado a cierto beneficio personal, pero mire cuánto más devengó ella sólo por la unión con Booz. Y no solo entonces, mire las últimas palabras del libro, mire a través de las últimas palabras a lo largo de los siglos. Entonces, esta redención no era solamente algo que la salvó de lo que dejó atrás, sino algo que la llevó a lo que estaba por delante. Esto no era algo solamente para el momento, o para su vida, con ciertas ventajas y valores, era alguien que lo abarcaba todo y que la llevó a una herencia tremendamente completa.

Sí, la redención, la salvación es una unión. Es una unión viva con una Persona viva, y así, somos conducidos mediante esa unión a la herencia que es nuestra en Cristo. Ahora observe atentamente los detalles, la herencia perdida de Rut, o que la pérdida de la herencia se debió a la unión en un primer matrimonio. Fue porque ella había estado casada con el hijo de Elimelec que toda la cuestión de la herencia afloró, que todo el asunto de la dificultad de la herencia se levantó. En realidad, Rut no tuvo relación con todo este asunto únicamente por esa unión matrimonial. En fin, el asunto de la herencia se puso en evidencia, sí, pero la herencia se perdió por causa de esa unión en el primer matrimonio. Yo creo que ese primer matrimonio lanza una luz sobre el pariente más cercano. No Booz, sino el otro, el pariente más cercano.

¿Quién es nuestro pariente más cercano por naturaleza? El viejo Adán. ¡Y nosotros sabemos que él es un pariente muy cercano! ¡En realidad, él es un pariente demasiado cercano! Es inminente, está al momento, nunca está muy lejos. Booz dijo: “…hay pariente más cercano que yo”, y esto es muy cierto. Nosotros no tenemos que trabajar en ello, o tratar de explicarlo, porque nosotros sabemos cuán cierto es por naturaleza. Hay un pariente más cercano.

Es muy interesante, ¿verdad? Usted puede ver mucho más de lo que yo estoy diciendo, si conoce su Nuevo Testamento, especialmente la carta a los Romanos. Yo creo que es maravilloso, es casi fascinante: “Booz”, el que será el Pariente Redentor. Hay uno más cercano y la responsabilidad recae en primer lugar sobre él. La responsabilidad recae en primer lugar sobre el primer Adán; la responsabilidad de esta situación y la responsabilidad de hacer algo al respecto. No estamos hablando de habilidad, sino de responsabilidad.

Por eso Booz dice: “Vamos a poner esto sobré él y a ver qué hace al respecto”. Esto abre todo el asunto de si el hombre puede encontrar en sí mismo, en su propia vida natural o en su propia herencia, su redención. En el pariente más cercano, en el viejo Adán. ¿No es precisamente la operación de este principio el que sigue el Señor cuando convence al alma de la condición perdida, y luego, durante un tiempo, permite que dicha alma atraviese varias veces una experiencia mediante la cual llegue a saber cada vez más que la salvación no está en sí misma? El hecho es que nuestro gran Pariente Redentor hace ese tipo de cosas. Él dice: “Está bien, si puedes salvarte a ti misma, sálvate. Yo me quedaré atrás. Te daré la oportunidad. Le daré al viejo Adán toda la oportunidad, le dejaré el camino despejado. Le daré a todo ese humanismo pleno alcance. Vamos a ver qué puede hacer y qué hará”. Mire el mundo que ha dicho que él puede ser su propio salvador, que hay muchas y buenas posibilidades y poder en la naturaleza humana para redimirse y cambiarse a sí misma. ¿Cuál es la respuesta?

Sí, el Señor le aclara esto al que Él va a introducir en el bien de su redención. Él deja que uno sepa que el pariente más cercano, el viejo hombre, el viejo Adán es absolutamente impotente. Nos lleva al punto donde Él y sólo Él es el Redentor, y que no compartirá la redención con nadie. Así, a Su propia manera, pone la responsabilidad donde pertenece en primer lugar. Dice: “Ahora bien, hazlo si puedes”. Me atrevo a decir que nadie ha entrado vivo en el bien de la redención, sin antes haber entrado al lugar de absoluta desesperanza con respecto a sí mismo y con respecto a cualquiera otro. No estoy seguro de que el Señor no presione esto más y más, después de que somos salvos, para hacernos saber que no hay pariente sino Él, quien puede hacer esto, sea en nosotros o fuera de nosotros. “Bueno”, dice Booz, “hay un pariente más cercano, y vamos a ver qué puede hacer al respecto”. Y así, de cierto modo, se echa para atrás, para darle al otro hombre una oportunidad.

Estimado amigo, si usted todavía está luchando para salvarse o santificarse a sí mismo, si está luchando y tratando de efectuar la redención, al principio o en cualquier otro momento de su vida cristiana, el Señor va a dejar que lo haga. Él no va a hacer nada al respecto hasta que la corte de apelaciones diga: “No, no podemos hacer nada al respecto”. Hasta que se pruebe que el recurso es absolutamente impotente. Lo que los cristianos tienen que recordar, así como también los no salvos, tiene que ver con los dos “adanes.” A algunos de nosotros nos toma mucho tiempo, llegar al lugar donde cerramos de una vez y para siempre la puerta de la esperanza en el viejo Adán, en el pariente más cercano. Booz pone la responsabilidad sobre él en primer lugar, y lo reta al decirle: “Ahora sí, ¿qué vas a hacer al respecto? Esta es la situación, la responsabilidad está a tu puerta. ¿Qué vas a hacer con ello?”

Es inevitable que a la larga encuentre que no puede hacer nada. El viejo Adán hace el primer movimiento y responde: “Lo haré, lo voy a hacer”. Pero cuando se levanta y dice: “Sí, yo puedo tratar este asunto, yo puedo resolver esta situación; yo puedo salvarme a mí mismo”, es porque no ha reconocido todas las implicaciones de la redención. Es por eso que Booz deja que el hombre sepa que hay algo más en la redención, mucho más. No sólo se trata de hacer el asunto de manera legal, sino de levantar un testimonio eterno en la Casa de Israel. Un testimonio de resurrección. Cuando las verdaderas implicaciones de la redención se le presentan al viejo hombre, él termina diciendo: “No puedo hacer nada al respecto”. ¿Por qué es incapaz? ¿Por qué reposa sobre él esta incapacidad? Mírelo: “…no sea que dañe mi heredad”.

Confieso que no entiendo a cabalidad lo que eso significa, pero creo que puedo llegar a cierto punto de su significado al interpretarlo en la luz del Nuevo Testamento. El viejo hombre está atado con sus propios intereses, con sus propios asuntos, y no puede hacer nada con respecto a la redención, porque está muy atado en lo personal. Este era el caso de este pariente más cercano. Su incapacidad era que él ya había hecho todo lo que podía hacer para hacerle frente a su propia situación, para cuidar su propia herencia. ¿Qué podría hacer él con respecto a la redención?

Esto es cierto para la vida, ¿verdad? Es cierto en la experiencia. Esto otro nos mantiene demasiado ocupados y demasiado comprometidos, para ser capaces de hacer algo con respecto al cielo, la eternidad y las cosas de Dios. Si empezamos a pensar en Dios, vamos a echar a perder nuestro granito de arena en este mundo, las cosas se van a alterar aquí para nosotros. Sí, esto es contra lo que se levantan las almas tan a menudo, cuando se les presentan la totalidad del asunto de la salvación en Jesucristo y su eterno bienestar. Ellas dicen: “Sí, pero mire lo que significa renunciar, mire el costo, mire lo que involucrará en términos de amigos, de mi posición, etc. Si empiezo a asumir estos otros asuntos eternos, voy a estropear mi herencia. Si empiezo a considerar la totalidad de la redención, se va a estropear mi diversión en este mundo”.

Por supuesto, esto está totalmente equivocado, pero la gente está muy atada con sus propios asuntos. ¿No es cierto? El viejo hombre está completamente atado al cuidado de sí mismo, tanto así, que no es libre para considerar este asunto. Su incapacidad yace ahí, en su esclavitud al mundo, y su servidumbre a ese rey es excesiva. ¡Él no puede hacer nada al respecto! Muy bien, cuando esto es establecido y probado, entonces Booz interviene. El viejo hombre debe renunciar y salirse del camino.

Bueno, tanto para cristianos como para pecadores, este es su problema: Tratar de efectuar su redención, tratar de encontrar algo que complazca a Dios en sí mismos, luchar y tratar de que el viejo hombre se redima o se salve a sí mismo. Ese viejo hombre debe renunciar y salirse del camino antes de que el Señor haga algo. Él nunca hará nada hasta que lleguemos ahí. ¡Sálganse del camino del Señor! Cuando lleguemos a esa posición, el Pariente Redentor, nuestro gran Booz, intervendrá y se hará cargo.

Pero note esto, porque creo que hay algo acerca de Booz que debe ser tomado en cuenta. Él nunca se forzó o se hizo valer a sí mismo. Se mantuvo atrás, espero y esperó, por decirlo así. Si usted, estimado lector, no es del Señor, Él no va a imponerse para ser su Redentor. Él no va a hacerse valer para hacerse cargo. Esperará hasta que usted llegue al lugar donde diga: “Él es el único que puede hacer algo. Él es el único”. Booz no metió sus manos en esto y se impuso para poseer. Él le dará amplia oportunidad a cualquier otro curso que nosotros pensemos que podría lograr este asunto. Esperará hasta que todos los otros recursos hayan sido agotados, y lleguemos al lugar donde nos demos cuenta de que Él y sólo Él es quien puede hacer algo. Booz era capaz de hacerlo, pero más que eso, mientras esperaba estaba perfectamente dispuesto a hacerlo.

Le confieso que cuando llegué al lugar donde Booz le dice a Rut que había un pariente más cercano que él y que debía dejar que ese otro pariente tuviera su oportunidad, se produjo una agitación en mí. Aquí tenemos a un hombre desesperadamente enamorado de esta mujer. Él la quiere, pero se esconde y le da una oportunidad al otro hombre. ¡¡Oh, suponga que el otro hombre hubiera aceptado hacer algo al respecto, pobre Booz!!

Sí, el Señor Jesús está lleno de preocupación, está lleno de amor por usted y por mí. Está desesperadamente ansioso por tenernos, pero sabe muy bien que nosotros nunca lo apreciaremos hasta que todos los demás estén fuera del camino. Él no va a tener una lealtad a medias. Él está dispuesto a soltarlo todo, en lugar de tener sólo una parte o tomar un segundo lugar. Correrá todos los riesgos. “Si puedes encontrar otro salvador, entonces, está bien, encuéntralo. Si no, tienes que llegar al lugar donde Yo soy todo, antes de que pueda hacer algo al respecto”. Él es celoso en cuanto a ese lugar. Él puede, está dispuesto y ansioso aunque, tal vez, esté oculto. No tiene trabas, es libre. No tiene ninguna otra preocupación o interés. No se parece en nada a ese otro hombre, ni tiene ningún interés en él. Es libre de todas esas cosas.

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